martes, 29 de septiembre de 2009

La piratería en el siglo XVIII

Durante este siglo tanto la piratería como el corso en el Caribe siguieron existiendo pero con características distintas a la centuria anterior.
En el Tratado de Utrech (1713) las potencias firmantes se comprometieron a asegurar el comercio en los mares. Inglaterra era la nueva potencia dominante y tenía una flota lo suficientemente poderosa como para no necesitar de piratas o corsarios, aunque la práctica no fue abandonada del todo. 

El famoso William Kidd (conocido como el Capitán Kidd) realizó a finales del siglo XVII u largo viaje a extremo oriente de donde regresó con un cargamento de oro, marfil y especias que le rindió 3000 libras esterlinas a cada miembro de su tripulación. Aprisionado en 1698 por la Royal Navy, fue juzgado y ahorcado en Londres en 1701.

El pirata Edward Teach “Barbanegra” se hizo célebre por adornar su hirsuta barba con cintas, usar en batalla un peculiar sombrero con mechas que arrojaban estelas de humo, y por su excesiva crueldad con los prisioneros. 

En 1718 el gobernador de Virginia ofreció una recompensa para quien lo atrapara, ya fuera vivo o muerto. El teniente Robert Maynard de la Royal Navy lo persiguió con dos buques, abordó su barco y se trabó en un duelo de machetes. Barbanegra murió con veinte heridas y cinco impactos de mosquete. Maynard le cortó la cabeza y la colgó en su barco como trofeo.
En 1720 en Jamaica partió una furiosa cacería de filibusteros. En 1721 fueron apresadas las famosas mujeres piratas Mary Read y Anne Bonney, que se salvaron de la horca a causa de que estaban embarazadas.

Ante la supremacía naval británica, los demás países recurrieron tanto a piratas como corsarios. España varió su política y comenzó a dar patente de corso a capitanes criollos que atacasen embarcaciones británicas. Durante 1720-1730 corsarios cubanos, puertorriqueños y dominicanos diezmaron al comercio inglés de las islas haciendo grandes fortunas.
En 1739 un sobreviviente de un corso inglés llamado Jenkins fue apresado en las costas de Cuba, y luego de sufrir una terrible golpiza los españoles le cortaron una oreja y se la dieron para que mostrara a Inglaterra como España trataba a sus mercenarios. El gobierno británico utilizó este incidente para declarar la guerra que se estaba incubando y que pasaría a la historia como “La Guerra de la Oreja de Jenkins”.
Durante las guerras coloniales entre Inglaterra y Francia a lo largo del siglo XVIII, este país que estaba en clara inferioridad naval, utilizó muchos piratas para acosar a los buques ingleses.
Durante la Guerra de la Independencia norteamericana (1776-1783) los viejos vínculos entre las elites mercantiles de Charleston, Nueva Cork o Rhode Island con los filibusteros fueron reeditadas, pues debe tenerse en cuenta que la guerra entre los colonos e Inglaterra afectaba a muchos intereses antillanos, lo cual también explica la alianza que España. Francia y Holanda concertaron con los rebeldes.
Siglo de corsarios y de piratas metidos a contrabandistas y mercenarios, la décimo octava centuria no asistió a actos de piratería equiparables a los del siglo anterior.
Los océanos eran mucho más inseguros para los antiguos y solitarios depredadores del mar. Las revoluciones modernas y las luchas por la independencia marcarían el inicio de la decadencia final de los piratas. A comienzos del siglo XIX la desarticulación de los viejos circuitos comerciales, la supresión de la trata de esclavos, el patrullaje permanente de los mares por las flotas de guerra, y luego la aparición de los barcos a vapor, relegarían a los viejos bandidos de mar al museo de las glorias pasadas.

Bibliografía:

• De Lucía, Daniel Omar; Corsarios, bucaneros y filibusteros. Contrabando, guerra y tribus coloniales en el Caribe. (Materiales para uso interno de la cátedra).

• Arciniegas, Germán; Biografía del Caribe; Bs. As., Editorial Sudamericana, 1963.

• Batres Jáuregui, Antonio; La piratería en las costas centroamericanas en Collado, Carmen y otros; Centro América 1; México, SEP/Programa cultural de las fronteras, 1988, pgs. 113-117.

• Bosch, Juan; De Cristóbal Colón a Fidel Castro. (El Caribe frontera imperial); Madrid, Sarpe, 1985.

• Gall, Jacques; El Filibusterismo; México, Fondo de Cultura Económica, 1957.

• Oexmelin, Alexandre-Olivier; Historia de los aventureros filibusteros y bucaneros de América; Ciudad Trujillo, Editora Montalvo-Archivo General de la Nación, 1953.

• Parry, John y Sherlock, Philip; Historia de las Antillas; Bs. As., Kapeluz, 1976.

• Pinto Soria, Julio (editor); El Régimen Colonial en Torres Rivas, Edelberto (coord. Gral.), Historia general de Centroamérica; Madrid, FLACSO, 1993; TII.

• Ritchie, Carson; La búsqueda de las especias; Madrid, Alianza Cien, 1994.

• Wolf, Eric; Europa y la gente sin historia; México, Fondo de Cultura Económica, 1979.


Roberto Cofresí y Ramírez de Arellano

por Cayetano Coll y Toste


La goleta "Ana," navegando de bolina y orza(1), este, cuarta al nordeste, dobló punta Borinquen(2) e hizo frente a las embravecidas ondas del mar del Norte, dejando las tranquilas aguas del noroeste de la ensenada de Aguadilla.

--"Aferra el trinquete(3) y afloja foque(4) y mayor(5)", gritó Cofresí al segundo de a bordo; y echémonos mar afuera a ver si tenemos hoy buena fortuna a barlovento.

Las órdenes del pirata se cumplieron estrictas y la ligera nao empezó a navegar velozmente con todo su aparejo a vela llena. Las ondas se rompían impetuosas en su proa y azotaban con sus espumas blanquizcas la cubierta del barco. Las cuadernas de la goleta crujían de vez en cuando. Detrás iba quedando una estela de lechoso espumajo hirviente.

El horizonte estaba límpido, el cielo azul, y el brisote frescachón que soplaba del este estaba fijo. La isla se iba perdiendo de vista. De cuando en cuando una gaviota pasaba graznando sobre la embarcación: parecía un pañuelo blanco arrojado en el espacio.

--"Pilichi", dijo Cofresí al grumete, con soberbio ademán, "vé a mi camarote y tráeme el anteojo. Me parece divisar algo en lontananza".

Y el arrogante marino ponía la mano horizontal sobre las cejas, como una visera, para enfocar bien su mirada de águila y escudriñar las lejanías del mar. Recibido el catalejo lo tendió diestramente y, cierto de lo que presumía, por sus ojos fulguró un relámpago, y gritó al contramaestre con voz llena de fanfarria.

--"Hazte cargo del timón, Galache, que tenemos enemigos a la vista".

Era un brick(6) danés que conducía mercaderías de Nueva York a San Thomas. Para tal época esa isla, con su puerto franco, era un depósito de grandes aprovisionamientos de telas,ferretería y artículos de lujo traídos de Europa y Norte América para surtir las Antillas y Venezuela. Cada vez se distinguía más claro el confiado buque mercante. Cofresí pasó al entrepuente de proa e hizo en su presencia cargar el pedrero de bronce con un saquillo de pólvora y abundante metralla. Después se cercioró que estaba fuerte el montaje de la cureña y firmes las gualderas. Entonces marchó a popa donde reunió su gente, llamando a cada uno por su nombre, y les dio sus instrucciones. Revisó severamente machetes y cuchillos. Hizo traer más armas blancas y ordenó ponerlas en un sitio especial en el combés cerca del palo del trinquete. Y tranquilamente se puso a amolar, con sumo cuidado, su hacha de abordaje.

La gente del bergantín, al divisar la goleta, izó la bandera danesa en señal de saludo. La velera "Ana" izó bandera de muerte, es decir, la bandera negra de los piratas. El brick ya no podía huir y afrontó el peligro. La goleta era muy andadora y se habla apropiado directamente al enemigo. El bergantín estaba abarrotado en su carga. Su tripulación comprendió que tenía que habérselas con un barco pirata. Pronto la borda del brick fue ocupada por diez rifleros alineados que hicieron fuego de fusilaría. Eran malos tiradores. Las balas atravesaron el velamen de la "Ana" y algunas se incrustaron en la obra muerta(7) del casco. Entonces las armas de fuego no eran de repetición; de modo que mientras las cargaban de nuevo los tiradores del bergantín, la goleta se puso a doscientos pies de distancia y le lanzó una descarga de metralla con el pedrero de proa. El ruido del cañón impresionó a los marineros del brick y antes que pudieran disparar por segunda vez sus rifles, ya la "Ana" estaba al

Cofresí, hacha en mano, seguido de los suyos, saltó ágil y célere al buque abordado y atacó cuerpo a cuerpo a los defensores del brick. Estos no estaban preparados para un combate al arma blanca. Sonaron tres o cuatro tiros y quedó despejado el entrepuente(8). Los marineros del bergantín se refugiaron en las bodegas. Rápidamente se adueñó Cofresí del buque dando muerte al timonel y a algunos marinos que quedaron sobre cubierta. Después cerraron las escotillas(9) y quedó preso bajo cubierta el resto de la tripulación del brick. El capitán danés estaba junto al palo de mesana, en un charco de sangre, con la cabeza abierta de un hachazo. Los cadáveres fueron arrojados al mar y empezó el alijo de la sobrecubierta. En seguida se saquearon las bodegas con suma precaución y se trincaron bien los presos que iban apareciendo. Luego de saqueado el bergantín se le dio barreno, y se desatracó el pirata para verlo hundirse. El brick dio una cabezada primero y se inclinó de proa; después se fue sumergiendo poco a poco hasta que de repente desapareció bajo las aguas.

La "Ana" hizo entonces rumbo hacia la Isla, que se divisaba a sotavento, y maniobró en demanda de punta San Francisco para ocultarse en Cabo Rojo.

El comercio de San Thomas estaba aterrado con las depredaciones de Cofresí. Por fin el gobierno de Washington intervino y dio orden al Almirantazgo de castigar al pirata puertorriqueño. Pronto llegó a conocimiento de Cofresí que un barco de guerra norteamericano había venido a ayudar a las autoridades de la Isla para capturarlo o destruirlo. Entonces abandonó sus correrías por aguas del Atlántico y se pasó al mar Caribe.


Estando la "Ana" fondeada en el puerto de Bocas del Infierno divisó en lontananza una vela, y Cofresí con su velera nao salió prontamente a apresarla. Pero esta vez fue por lana y le zurraron la badana. Tan pronto estuvo a tiro de cañón recibió un balazo en el bauprésque le hizo comprender que se las había con un barco de guerra. No obstante, se le fue encima valentísimo y le hizo fuego de fusilería y cañón siendo recibido de igual modo.  
                                          
Ya en tierra dividió Cofresí su gente en dos grupos, dándoles por punto de reunión la playa de Cabo Rojo. Antes enterraron lo que pudieron salvar de la "Ana." Cada grupo bien armado emprendió la fuga por distinta vía.

Como las Milicias Disciplinadas estaban patrullando por aquella costa, pronto los dos grupos tuvieron que batirse y abrirse campo a sangre y fuego, volviendo a subdividirse, fatigados y jadeantes, hasta que acosados por la caballería tuvieron que rendirse a sus perseguidores. El jefe pirata fue cogido después de reñida refriega, todo cubierto de heridas.

Roberto Cofresí y Ramírez de Arellano(11), natural y vecino de Cabo Rojo, era un joven altivo, de veintiséis años de edad, robusto, valiente, audaz y de bravo aspecto. Unido a quince compañeros de la piel del diablo, eran el terror de estos mares antillanos con sus piraterías.

Para satisfacer a la vindicta pública y asegurar el reposo y tranquilidad de estas islas, fueron pasados por las armas en la mañana del 29 de marzo de 1825. Un gentío inmenso presenció el horroroso espectáculo en el Campo del Morro. Un destacamento del Regimiento de Infantería de Granada formó el cuadro para conservar el orden. Una descarga cerrada de un piquete de tiradores, a una señal sigilosa convenida, hizo que once de aquellos desgraciados pasaran a la eternidad. Los otros habían muerto en los combates sostenidos con las Milicias.

Satisfecha la curiosidad y llena de pavor dispersóse la muchedumbre conmovida. Las tropas volvieron a sus cuarteles a redoble de tambor. Y los cadáveres mutilados por la justicia humana quedaron expuestos al público por veinticuatro horas para escarmiento de malhechores.

Los hermanos de la Caridad, que no comulgan con el odio social, previo permiso del Gobierno, dieron sepultura a aquellos cadáveres en el cementerio de Santa María de la Magdalena.

sí terminaron el valiente Cofresí y sus intrépidos compañeros de correrías piráticas.

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NOTAS

1. bolina y orza: Se dice de la navegación de un barco de vela cuando marcha inclinando la proa hacia la parte de donde viene el viento.
2. punta Borinquen: Nombre del cabo de la Isla de Puerto Rico entre Isabela y Aguadilla.
3. trinquete: Palo que se arbola inmediato a la proa en las embarcaciones que tienen más de uno. La vela que se iza en el palo trinquete.
4. foque: Cada una de las velas triangulares que se colocan transversalmente desde los masteleros de proa a los botalones del bauprés y recogen el viento de soslayo.
5. bauprés y mayor: Se llama bauprés el palo grueso que sale de la proa de una buque para fuera, con más o menos inclinación al horizonte, y que siendo uno de los principales de la arboladura sirve para amarrar los foques.
Se llama vela mayor la principal de un barco que va en el palo mayor.
6. brick: Palabra inglesa que españolizada se dice brigbarca. Barco bergantín grande que además de sus dos palos ordinarios lleva otro pequeño a popa para armar una pequeña vela que se llama la cangreja.
7. obra muerta: Las obras exteriores de una embarcación que están sobre la línea del agua.
8. entrepuente: espacio que hay entre las cubiertas de una embarcación.
9. escotillas: aberturas con escaleras que dan paso del entrepuente al interior de un barco.
10. escandalosa: vela triangular o cuadrilátera que en algunos buques se larga sobre las cangrejas.
11. Roberto Cofresí: indica Coll y Toste, nació en Cabo Rojo, y era hijo legítimo de Francisco Cofresí y María Germana Ramírez de Arellano. Estuvo casado con Juana Creitof.
abordaje, ceñida al buque contrario por estribor.

Viendo la superioridad del contrario viró de redondo y a todo trapo emprendió la huida. La goleta, descalabrada, izó la escandalosa(10) sobre los cangrejos para escapar mejor, utilizando el viento de popa que le soplaba. Cofresí se puso al timón porque la "Ana" era una nave de buen gobierno y muy veloz, y dirigió la goleta paralelamente a la costa, bojeando el sur y burlándose de sus perseguidores hasta que la embarrancó en un bancal diestramente. Echados un bote y una chalana al agua ganaron los piratas la playa, librándose del buque de guerra que no pudo alcanzarlos, ni maniobrar con sus botes por aquellos sitios inabordables.

martes, 15 de septiembre de 2009

la Cruz Roja de Borgoña

Todas las banderas españolas tenían la Cruz Roja de Borgoña  que era el símbolo de las fuerzas imperiales españolas. El fondo era elegido por el capitán de la compañía cuando tenia una patente real para organizarla y reclutar soldados.

La bandera normal de una compañía era un cuadrado con 1,7 x 1,7 m de tamaño, pero algunas banderas (como la bandera del Tercio) medían 2,5 x 2,5 m o 2,0 x 2,5. La bandera del Tercio era la bandera de la compañía del Maestro de Campo quien era también el capitán de la primera compañía. 

La Cruz de Borgoña o Aspa de Borgoña es una representación de la Cruz de San Andrés en la que los troncos que forman la cruz aparecen con sus nudos en los lugares donde se cortaron las ramas. Este emblema ha sido incluido en los escudos de armas y en las banderas de España, tanto de tierra como de mar, desde 1506, época de su introducción con la Guardia Borgoñona de Felipe el Hermoso, hasta nuestros días,

La Pica:

 Las picas son similares a una lanza, pero mucho más grandes en longitud, midiendo normalmente entre tres y cuatro metros. A medida que se iban usando, las picas fueron ganando en tamaño, tanto de asta como de punta; las picas más largas podían superar los seis metros de longitud. Este tamaño requería una madera fuerte para su construcción, como por ejemplo el fresno, que se reforzaba a veces con dos tiras de acero, una a cada lado del asta.
Básicamente un piquero es un hombre armado de una pica.

Los piqueros formaban la parte defensiva de los ejércitos, mientras que la caballería formaba la parte más ofensiva. Debido al tamaño de la pica, ésta era prácticamente inútil en el combate cuerpo a cuerpo, por lo que los piqueros solían llevar alguna otra arma, como una espada.

En el campo de batalla, las picas se utilizaban en formaciones de falange o de "erizo". Por ejemplo, los escoceses formaron regimientos llamados schiltrones para luchar contra la caballería pesada inglesa en la Batalla de Bannockburn en 1314.
Los españoles desarrollaron los tercios, en la cual los arcabuceros protegían los flancos de la falange. Durante el siglo XVII, todavía se usaban grandes formaciones de piqueros, normalmente como protección de unidades de mosqueteros.


Los cuerpos de piqueros se generalizaron por toda Europa en los siglos XVI al XVIII y se convirtieron en unidades de élite.

lunes, 14 de septiembre de 2009

La alabarda

La alabarda es un arma enastada de astil de madera de unos dos metros de longitud y que tiene en su "cabeza de armas" una punta de lanza como peto superior, una cuchilla transversal con forma de hoja de hacha por un lado, y otro peto de punza o de enganchar más pequeño por su opuesto. 

Fue su fama tan merecida que muchas tropas o cuerpos de élite de la nobleza la portaban en versiones "ostentosas", habiendo algunos cuerpos militares que la siguen utilizando en estos días en actos públicos y desfiles militares como arma ceremonial. En la actualidad, la Guardia Suiza del Vaticano usa esta arma no sólo ceremonialmente, sino que también son entrenados para emplearla como arma de combate.

El soldado que se armaba con una alabarda se llamaba alabardero. También se llama así al soldado que realiza guardia de honor a los reyes de España. Es un cuerpo de élite de la Guardia Real Española, que son directos custodios de las Personas Reales, a las que dan guardia y protección a pie.

La primera gran acción pirata en America

La primera gran acción pirata se registró en 1521, cuando Jean Florín capturó, a la altura de las islas Azores, el tesoro del tlatoani azteca Moctezuma II, enviado por Hernán Cortés desde México: 
Al mando del grupo de españoles iba un joven capitán de Extremadura y hombre de confianza del gobernador: se llamaba Hernán Cortés. Desde el mismo momento en que arribaron a la región donde se ubican actualmente los puertos de San Juan de Ulúa y Veracruz, Cortés demostró excepcionales dotes de mando y habilidades para captar la compleja realidad del mundo indígena en México.

Asimismo, resolvió inmediatamente romper con Velázquez y proceder en adelante en nombre propio y de su hueste. Ello se materializó en el hundimiento de sus barcos, acto que simbolizaba que no habría vuelta atrás. De mucha ayuda resultó también una mujer, la Malinche o doña Marina, que Cortés había recibido de parte de algunos amistosos indígenas de la zona costera. Transformada en su amante, Malinche sirvió a Cortés como intérprete y consejera política en su calidad de conocedora de la mentalidad indígena mesoamericana. De esa manera, los españoles contaron desde un comienzo con valiosa información sobre las relaciones políticas que imperaban entre los diversos pueblos que habitaban la meseta del Valle de México y estaban sometidos a los tributos aztecas.

En la mente de Cortés cobró fuerza una idea: avanzar a la capital azteca y apoderarse de sus riquezas. Con ese fin, se dirigió primero al enclave independiente de Tlaxcala y luego de derrotar la resistencia logró la alianza estratégica con estos y otros enemigos de los aztecas.

Sevilla, 1522.- Los tesoros del emperador azteca Moctezuma, capturados por los españoles tras la conquista de las tierras mexicanas, cayeron en manos del pirata francés Jean Florin,. El pirata atacó la nave española que transportaba el tesoro hacia puertos hispanos y se apropió, además, de 58.000 barras de oro. Este acto se incluye dentro de la política del rey de Francia, Francisco I, de hostigamiento a la navegación intercontinental al haber quedado fuera del reparto de América por el Papa Alejandro VI. El éxito de esta operación sirve de estímulo a Francia y otras naciones hostiles a la Corona española, que de esta forma buscan introducirse en los asuntos americanos. 

A lo largo del siglo XVI, las guerras de España contra Francia y luego contra Inglaterra también se reflejaron en los mares americanos a través de la presencia de los corsarios. De hecho, la piratería y el corsarismo de esta época fueron para los ingleses y franceses una vía de ennoblecimiento, como la conquista lo había sido para los españoles. 

Las principales poblaciones del Caribe, puertos de salida de las flotas de la plata, fueron víctima de reiterados asaltos que forzaron a la corona española a la paulatina fortificación de sus posesiones. Igualmente la obligó a regular el transporte de los metales preciosos por medio de la creación del sistema de galeones y flotas, en 1561. Nombres como François le Clerc (el primer Pata de Palo), Jacques Sore, Martín Cote, John Hawkins, Francis Drake, Thomas Cavendish o el conde de Cumberland aterrorizaron en estos años a los vecinos de las Indias.

El trabuco

El trabuco es un arma de fuego de avancarga, de grueso calibre, con un cañón corto y usualmente acampanado. Es un predecesor de la escopeta, adaptado para servicio militar y defensivo. El término dragón designa un trabuco recortado al tamaño de una pistola. Fue utilizado en el siglo XVIII. Usada en el siglo XVIII,se carga por la boca del cañón y se dispara mediante una chispa. Esta arma es la predecesora de la escopeta.

Generalmente se cargaba con una sola bala de plomo, pero también podía utilizarse con más de un proyectil; es decir, con balas de menor tamaño (perdigones)

Para cargar el trabuco se procedía de la siguiente forma:
Se introducía pólvora negra dentro del cañón, por la boca de éste.
Luego se la compactaba, presionándola contra el fondo del cañón.
Se introducía la estopa por la boca del cañón para aprisionar la pólvora.
Después se colocaba la bala o munición, dentro del propio cañón.
Por último, había que poner pólvora fina en el oído de la chimenea, que comunicaba el mecanismo de disparo con la carga.
De esta forma ya estaba listo para ser disparado. Al hacerlo, se esperaba que las chispas producidas por el pedernal prendiesen la pólvora, lo que muchas veces no sucedía (debido al humedecimiento de la pólvora).
Una vez disparado, se reiniciaba el procedimiento de carga.

Como todas las armas de avancarga, el trabuco era muy lento de recargar debido a que se necesitaba compactar dos veces.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Photo Album 2009-09-12




CHENG I SAO

Los padres de Cheng I Sao la vendieron a un proxeneta cuando tenía 5 años. En 1801 se casó con un corsario descendiente de una de las dinastías de piratas más célebres del mar de la China. Cuando su marido murió, asumió el mando de los seis escuadrones que componían la flota pirata. La viuda exigía una completa disciplina a la tripulación, incluso redactó una legislación en la que decretaba que si un pirata intentaba establecerse por su cuenta se le perforarían las orejas, si reincidía, el castigo sería la muerte.
Era buena estratega y en un enfrentamiento entre sus barcos y los del Gobierno del Imperio ordenó que solamente una parte de la flota les hiciera frente, el resto atacaría por la retaguardia cuando estuvieran en plena batallla. Ante la imposibilidad de derrotar la poderosa flota pirata, el Imperio Chino decidió desarticularla convenciendo al jefe de la escuadra negra para que desertase y entregase 8000 hombres, 160 barcos, 500 cañones y 5.600 armas y a cambio el gobierno le daba dos pueblos y un lucrativo cargo gubernamental.

La pirata viuda negoció un armisticio y los piratas se convirtieron en marineros. Murió en 1844.

Exrtraído de la revista Sàpiens, núm. 37

MARY READ Y ANNE BONNY

Contemporáneas de Barbanegra terminaron sus aventuras en 1720 cuando los ingleses capturaron su nave. Las condenaron a muerte pero se salvaron de la ejecución porque las dos estaban embarazadas, Red murió de enfermedad y Bonny conseguía una prórroga detrás de otra gracias a la influencia de su padre.
Los testigos dijeron que se resistieron a la captura con un machete en la mano. Dorothy Thomas dijo que: “llevaban chaquetas masculinas y pantalones largos, pañueños atados al cuello, y un machete, y una pistola en las manos”, pero que sospechó que no eran hombres por “la excesiva amplitud de los pechos”.

A Mary Read su madre la disfrazaba de chico para hacerla pasar por un hijo muerto, así podía obtener dinero de su suegra que jamás descubrió el engaño. A los 13 años se puso a trabajar de chico de los recados de una aristócrata pero aquella vida la aburría, así que se disfrazó y se alistó como cadete de infantería para luchar contra el francés Luis XIV, pero tampooco le gustó y se pasó a la caballería, donde conoció a su primer marido a quien desveló su verdadero sexo. Dejó la armada para abrir una taberna, Las tres herraduras. Cuando murió su maridó se alistó en el ejército holandés, pero el aburrimiento la condujo rumbo a América y el barco en el que viajaba fue asaltado por un barco pirata. Se encontraba ante la disyuntiva de morir o de unirse a los piratas.

Anne Bonny también era hija ilegítima pero su padre dejó a su mujer para marchar con la madre de Anne a las colonias. Anne se enamoró de un marinero y se casó sin pedir permiso a su padre que no la perdonó y la echó de casa. Con su marido abrió una taberna, La nueva providencia, pero Anne se enamoró de un cliente, Rackham y lo acompañó en sus aventuras marítimas. En su barco conoció a Read e hicieron una gran amistad no sin los celos de Rackham que le consideraba un hombre y que respiró aliviado cuando Read se enamoró de un marinero capturado a quien suplantó en un duelo.

Corsarias

En la historia también hubo mujeres piratas. Jeanne Clisson se hizo corsaria para vengar la muerte de su marido, Mary Read y Anne Bonny fueron condenadas aunque se defendieron hasta la muerte.

JEANNE DE CLISSON

Casada con un conde bretón y madre de dos hijos su vida transcurría cómodamente hasta que Felipe VI acusó a su marido de alta traición y lo mandó decapitar. No esperó a que sus hijos crecieran para consumar la venganza, se acercó a Eduardo III, deseoso de apoyar a quien pretendiera perjudicar al rey francés (en plena guerra de los Cien años), que le dió tres barcos y tres patentes de corsario.

Pronto se ganó el sobrenombre de la Leona Sanguinaria y se convirtió en la pesadilla de Felipe VI. Sus abordajes eran legendarios, los testigos explican que sus naves eran negras, las velas del color de la sangre y que la viuda no tenía piedad. El rey ordeno su búsqueda, y la lucha entre militares y corsarios duró horas hasta que los corsarios se rindieron.

Clisson escapó en una pequeña embarcación con sus dos hijos, durante días navegó a la deriva sin agua ni alimentos. El niño más pequeño murió y el mayor con el tiempo acabaría convirtiéndose en aliado de los asesinos de su padre.