El enemigo para proteger su desembarco dirigiò sus fuegos principalmente al punto de la
Torrecilla, Toro se vió obligado á replegarse á la partida de Linares, y ambos á la de Vizcarrondo, y viendo que el enemigo marchaba sobre ellos con fuerzas muy superiores, determinaron retirarse los dos primeros al puente de Martin-Peña y el último al de S. Antonio con arreglo á las instrucciones que tenian. Vizcarrondo trató de atrincherarse con las dos piezas, no solo para rechazar al enemigo, sino para sostener la ùltima retirada de los otros hácia el espresado puente. El enemigo se dirigió hácia dicho punto, y entonces se reunieron á Vizcarrondo los otros gefes, siguiendo todos por el puente á incorporarse á nuestro campo, dejando inutilizadas y enterradas las dos piezas que no pudo sacar, y algunas partidas fueron protegidas por los fuegos del puente y del Castillode S. Gerónimo. Los enemigos se detuvieron á la vista de los dos fuertes, dejaron avanzadas algunas partidas, y la demas tropa se replegó á su ejército. En la misma mañana volvió á salir Vizcarrondo con 50 hombres del Fijo y Milicias, algunos franceses y 30 caballos, con el objeto de incomodarlos y reconocer la posicion que tuvieran. Dividiò su fuerza en tres partidas, que marcharon por diversos caminos, dejando determinado el punto de reunion en caso necesario, y en el cual situó al capitan de caballería con 15 hombres y 25 infantes. Las partidas que se dirijieron á la plaza de S. Mateo, se tirotearon con las avanzadas enemigas, que fueron reforzadas del grueso de sus fuerzas que tenian en aquel puesto.
Vizcarrondo recibió orden de retirarse, y lo verificó por el puente tomando un cañon que encontró en el camino; fué perseguido por los enemigos, pero sostenido por el fuego de S. Gerónimo, se detuvieron aquellos y retrocedieron: inmediatamente se cortó el puente de S. Antonio. En la ciudad se mandaron destechar los bojios, en precaucion de evitar cualquiera incendio que pudiera ocasionar el fuego enemigo.
Aproximaron cuatro grandes lanchas á la playa
cargadas de tropa, y enarbolado en una de ellas el pabellon inglés. Rompió Toro el fuego con el mejor acierto, y por el estrago que sufrieron se vieron precisados à retroceder. Emprendieron de nuevo la tentativa con un crecido número de lanchas, que sostenian un tuego bastante vivo, y á las cuales protegia el de los buques, y aunque fué correspondido por nuestras fuerzas, no pudieron impedir se verificase el desembarque como de 3,000
En la misma mañana se presentó en la boca del puerto un bote parlamentario que fué detenido por el castillo del Morro; pasó á el un Ayudante del General y recibió un pliego que dirigian los Comandantes Generales de mar y tierra de la espedicion destinada al sitio y bloqueo, intimando la entrega de la Plaza á las fuerzas Británicas. Fué contestado con la energía propia de un Gefe español.A las tres de la tarde se dirigieron tres cañoneras á situarse avanzadas á los dos gánguiles que estaban en la defensa de Martin-Peña, con el fin de contener por aquella parte á los enemigos y proteger la retirada del ingeniero D. Ignacio Mascaró y la de los trabajadores destinados al seboruco de Barriga,
lo que pudo conseguirse con bastante riesgo de ser cortados. Los enemigos intentaron atacar por tierra las lanchas con una partida como de 200 hombres. El fuego de aquellas les hizo dividir la fuerza en dos columnas y resguardandose lo posible emprendieron de nuevo el ataque á las cañoneras por el flanco y retaguardia, entonces se retiraron las lanchas al abrigo de un vivo fuego que hicieron los gánguiles, deteniéndose los enemigos en Martin-Peña. Estas baterías flotantes mantuvieron todo el dia el fuego por aquella parte á fin de estorvar cualquiera trabajo que intentase el enemigo, y en los mismos términos lo sostuvo por la noche.
Los prácticos del pais y las partidas avanzadas para observar los movimientos de los contrarios y tomar conocimiento de sus fuerzas, dieron parte á los Comadantes del puente de San Antonio y castillo de San Gerónimo, que los enemigos avanzaban por aquellos terrenos; luego que se descubrieron se les hizo un fuego sostenido que continuó por la noche para impedir los trabajos que proyectaban, Tuvimos dos muertos y un herido.
La invasión británica a Puerto Rico de 1797. Relato tomado de "Memorias geográficas, históricas, económicas y estadísticas de la isla de Puerto Rico" Tomo 3, escritas por Don Pedro Tomás de Córdoba en la década de 1830.
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