El fuego del castillo de S. Gerònimo, Puente de S. Antonio y gánguiles, se mantuvo en todo el dia y la noche con mas ó menos viveza segun se observaban los trabajos del enemigo. Se advirtió que este intentaba establecer una baterìa en el cerro del Condado que dominaba nuestros puestos por la parte del Leste como á cuatro cientas varas de distancia, lo que obligó á dirigir los fuegos hácia aquella.
Se dió orden al subteniente de Milicias D. Vicente Andino, y al de igual clase de infantería D. Emigdio, hermano de aquel, para que saliesen con 60 voluntarios á unirse á las partidas del campo volante á fin de contener las hostilidades del enemigo, obrando segun lo exigiesen las circunstancias. Con el mismo objeto se dirigió á aquel punto D. José Diaz con 50 hombres desde el pueblo de Toa-alta, y se dieron instrucciones á los Comandantes de las partidas de paisanos que se iban reuniendo para que pudieran defenderse con el posible acierto de los insultos de los contrarios y para que los atacasen con ventajas. Al comandante de Marina se le previno se numerasen todas las piraguas
de la bahía para usar de ellas con orden en la conduccion de viveres, ganados, tropa, municiones y cuanto mas fuese necesario entre la comunicacion de la Plaza, con los campos de la Isla. Las providencias para el abasto de víveres y conservacion de agua en los algibes, se repitieron con toda eficacia.
Este mismo dia se dirijió un parlamento á la escuadra enemiga para contestar una pregunta que hizo el general ingles al parlamentario capitan D. Miguel Palatino.
Por la tarde se observó que una fragata de las fondeadeas se hizo á la vela y agregò á los buques del bloqueo. Cerca de las nueve de la noche las fragatas y bergantin, se acercaron á la plaza con direccion á punta Salinas; el castillo del Morro y del Cañuelo
les hicieron fuego, pero sin efecto por hallarse fuera de tiro. Con este motivo el teniente de fragata D. Juan Hurtado pasó á situarse con cuatro cañoneras en la boca de Palo-seco, para observar los movimientos de las fragatas y resistir el desembarco que intentasen por la espresada punta. A pesar de la obscuridad de la noche se advirtieron varias maniobras del bergantin que fondeó por último, inmediato á la isla de Cabras por la parte Norte; con este motivo se mandò avivar el fuego del Cañuelo y de la bateria de S. Fernando; al amanecer y cuando ya podia asegurarse la punteria, se le obligó á salir á toda vela y remo con algun daño al parecer, dejando el ancla sobre que estaba.En todo este dia entraron en la plaza 25 prisioneros y desertores, por cuyas declaraciones se supo que en el campo enemigo habia regimientos alemanes é ingleses, que la tropa de desembarco era de seis á siete mil hombres, que so habian desembarcado todos en la playa, y despues algunas piezas de artillería de grueso calibre, obuses y morteros con un crecido tren de municiones y efectos; que habia un cuerpo de 400 á 500 franceses que estando prisioneros los incitaron y casi obligaron á tomar las armas para la espedicion, á lo que condescendieron por la miseria en que se hallaban, pero que generalmente estaban descontentos, y por último que en el dia del desembarco habian tenido porcion de heridos y muertos. Entraron en la plaza en este dia 325 hombres de las compañias urbanas de Guainabo y Caguas.
La invasión británica a Puerto Rico de 1797. Relato tomado de "Memorias geográficas, históricas, económicas y estadísticas de la isla de Puerto Rico" Tomo 3, escritas por Don Pedro Tomás de Córdoba en la década de 1830. http://www.fortunecity.com/victorian/churchmews/1216/Invasion1797.html
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