viernes, 29 de abril de 2011

29 DE ABRIL DE 1797 La invasión británica a Puerto Rico


El 29 para estorbar al enemigo el paso de sus cañoneras á la bahia por el boqueron
en caso de abandonarse la primera línea del fuerte de San Gerónimo y puente de San Antonio, se dispuso que el capitan agregado á los correos marìtimos D. Miguel Alsadegui hiciese esfuerzos para cegar el referido paso al caño de dicho puente, y al efecto salió aquel en la noche antecedente con 100 trabajadores y las correspondientes piraguas, empleandose todos en echar sillares al agua en los parages mas oportunos hasta tanto que recelaron ser sentidos del enemigo, lo que los obligó á retirarse, asegurando Alsadegui quedaba muy imposibilitado el paso por aquel sitio, puesto que á sus piraguas les costò trabajo salir de èl.

No se notó cosa particular en la escuadra y buques del bloqueo; á estos se reunieron un paquebot y una balandra al parecer armados con pabellon Anglo-americano.

El fuego de las baterías de la plaza sobre Mira-flores no cesó en toda la noche al que contestò el enemigo con algunas granadas. El que hizo de enfilada á dicho punto el gánguil colocado en la bahía fué con el mejor acierto, asi como inútil el obstinado del enemigo contra la referida flotante. En este dia hizo premiar el general al miliciano Mauricio del Rosario con diez pesos y con cuatro al moreno Tomas Villanueva,
por el valor y bizarría con que se arrojaron á sofocar una granada, como lo lograron evitando el daño que hubiera causado su esplosion.

Despues de oraciones se aproximaron tres fragatas é igual número de buques menores á punta Salinas, y por si la intencion hubiese sido algun desembarco, fué prevenido el comandante de las fuerzas destinadas á aquel punto observase los movimientos del enemigo y estuviese pronto para rechazarlo; en su auxilio se remitieron cañoneras.
La inaccion del enemigo y el no haber adelantado terreno daban sospecha de que intentasen algun ataque. Para precaverlo se repitieron órdenes y providencias las mas eficaces á todos los puestos avanzados y castillos, se redoblaron las rondas de las cañoneras en la bahía con los respectivos destacamentos de ellas en los caños y boca del puerto, se reforzaron los puestos avanzados sin perder de vista los puntos dignos de la mayor atencion y cautela. 

En este dia tuvimos cuatro muertos, uno miliciano, dos urbanos y un frances; y cinco heridos, uno de milicias, otro frances y tres urbanos.
En la plaza entraron cuatro prisioneros y desertores, y 208 hombres de las compañias de Peñuelas, Aguada y Tuna.
En la necesidad de no poderse hacer una salida decisiva sobre el enemigo, y lo útil que era tenerlo incomodado por el flanco y retaguardia, dispuso el General que el teniente de milicias D. Miguel Canales en un punto determinado colocase dos piezas de campaña para batir la casa del Obispo donde estaba alojado el general Albercombry, sin recelo de ser desalojado Canales del puesto, por mediar el caño de Martin-Peña y ser preciso al enemigo para llegar á él hacer una dilatada vuelta, saliendo de su línea para el puente. 

Este puesto se dotó con el suficiente número de artilleros y tropa que le sostuviera con la fusilería.
El subteniente de granaderos de fijo D. Luis de Lara, comandante del cuartel de Rio-Piedras debia reunir las tropas de él con las dos compañías y apostarse hácia el referido puente para atacar en su oportunidad. El sargento de milicias Felipe Cleimpaux, con su partida volante y otras nombradas de la misma clase, tuvo orden de entrar por el sitio nombrado de S. Antonio, y apostarse debidamente á fin de atacar al enemigo, avanzando por sus playas para cortarle la retirada. 
Todas estas partidas debian emprender la accion en la madrugada del 30, y despues que Don Miguel Canales con las dos piezas hubiese llamado la atencion del enemigo hácia aquel punto.

A este tiempo emprenderia Lara su ataque por la retaguardia, y Cleimpaux seguiria el suyo por su parte con el fin de cortar al enemigo ó atacarlo cuando estuviese empeñado con Lara y Canales. Tambien se dispuso que la lìnea avanzada de nuestros puestos rompiese un fuego muy vivo para entretener al sitiador y distraerle en parte de aquellas atenciones. Al efecto se dieron todas las instrucciones y órdenes convenientes á los respectivos comandantes, para que acordes todos tuviese un feliz éxito la accion.

1 comentario:

  1. La invasión británica a Puerto Rico de 1797. Relato tomado de "Memorias geográficas, históricas, económicas y estadísticas de la isla de Puerto Rico" Tomo 3, escritas por Don Pedro Tomás de Córdoba en la década de 1830. http://www.fortunecity.com/victorian/churchmews/1216/Invasion1797.html

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